Enrique Amarilla Ayala y Hannes Kalisch




Enrique Amarilla Ayala (17.01.1967 – 29.08.2019)
Hannes Kalisch (20.05.1969 – 23.07.2023)
Hemos llorado la partida de dos grandes amigos, colegas y profesionales que han dejado huellas importantes para esta institución, para el Chaco paraguayo y el mundo entero. Fueron dos pilares fuertes de Sombra de Árbol, fueron compañeros de camino de muchos que echaron a andar sobre el suelo y el polvo del Chaco.
Ambos dejaron una herencia invalorable entre los pueblos de este lugar. A la vez fueron luchadores solitarios, con una visión clara, convencidos de su misión en busca de una vida más digna de los pueblos chaqueños silenciados.
Durante sus vidas tuvimos la oportunidad de cruzarnos y poder coincidir con sus ideales, intercambiar, pensar y sentir juntos la importancia del protagonismo de los pueblos, poder valorar e interpretar las diferentes culturas de esta zona geográfica que elegimos para ser y estar, que nos enseñan una cosmovisión del mundo diferente y nos refleja nuestro actuar, el deseo de justicia y otros ideales.
A ellos dos, Enrique Amarilla y Hannes Kalisch, damos las gracias por sus legados. Siempre que sea necesario, sabremos encaminar nuestros pasos al pensar en estas dos grandes personas. Nuestro llanto ahora se transforma en compromiso de seguir al lado de los pueblos más relegados del Chaco paraguayo.
Brindamos este pequeño espacio dinámico para ustedes y para nosotros, para no olvidar la esencia de nuestras acciones, para guiar nuestro andar. Cada persona, cada amigo y colega que tuvo la oportunidad de conocerlos, tuvo y tiene reflexiones y palabras que nos los recuerdan.
Enrique era el que compartía, con líderes, ancianos, mujeres, hombres y niños entre tereré, baile y fútbol.
Tenía paciencia, mucha paciencia y mucha claridad de los procesos. Escuchaba por horas y después decía: no es tan así. Y presentaba un punto de vista que dejaba a los presentes descolocados, con muchos puntos de vista nuevos para seguir pensando.
Nos ha enseñado mucho con su firmeza y su compromiso. Nos ha enseñado tolerancia, solidaridad y humildad. Y, sobre todo, la confianza en el otro.
Hacía suyas las letras de Berthold Brecht:
Hay hombres que luchan un día y son buenos
Hay otros que luchan un año y son mejores
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos
Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
Hannes fue un gran observador de las interacciones sociales entre los pueblos, un defensor de los derechos y un crítico de las acciones del Estado y las instituciones.
Era una persona muy fiel, a sí mismo, al pueblo enlhet y a sus muchos amigos. Aunque también había muchos que no lo consideraban amigo, porque molestaba. Ponía el dedo en las llagas de la sociedad chaqueña, en sus charlas públicas y en sus publicaciones. Pocos entendían que era para curar, no para destruir; para construir una sociedad más justa.
Hablar con Hannes, significaba sentir el sufrimiento de un pueblo suprimido. Mientras los enlhet viven la resistencia pasiva, Hannes lo vivía y expresaba conscientemente.